miércoles, 28 de febrero de 2007

La moda de los Oscar


Esta semana me ha venido de perlas para sacar algunas conclusiones sobre el mundo de la moda. Y todas las reflexiones que se han ido sucediendo en mi pequeño cerebro han sido gracias a un tipo pequeño y de color dorado. ¿Quién? Bueno, el que ha pensado que me refería a un frito de maíz va mal. Estoy hablando del señor Oscar, el primero en experimentar el fenómeno de la clonación aunque haya pasado desapercibido informativamente. Los Oscar son apasionantes. Oscar Wilde por ejemplo, las salchichas Oscar Mayer…siempre nos hacen disfrutar. Bien, a mi particularmente me hacen ir a dormir más temprano pero no dejo cada año de sorprenderme por la convulsión que crea un fenómeno cultural en que todo está pactado en el botellón del día antes. Pero lo que pica aún más mi curiosidad son los análisis posteriores a la gala dónde el protagonismo ya no es quien ha ganado en la categoría de mejor actor o cual ha sido la banda sonora más taladrada. No, nada de eso, lo más importante son los vestidos que llevaban las estrellas. ¡Que incluso conozco gente que se ha comprado la Cinemanía sólo para ver como iban vestidos los actores! Supongo que de pequeños debían ser fans de estos muñecos que te vienen desnudos y luego les tienes que ir poniendo la ropita, porque sino no se entiende. Es igual que a Kate Winslet le den el Oscar por la película Titanic 2, los trabajos de reconstrucción. Lo importante es ver si lleva el escote bien puesto o va acudir a la cita con pantalones.

Esto me ha llevado a fijarme más en cómo viste la gente. Hasta ahora sólo tenía en mi mente dos categorías: los que visten mal, y los que visten bien. Ahora puedo añadir otras dos: los que visten como un avestruz (véase Penélope Cruz en la citada gala de cine) o los que van un poco más allá con sus prendas de vestir. Por ejemplo, en Argentina hay una marca de lencería, Alicia Furh, que ha diseñado un sistema de ropa interior antirrobo. Como lo oyen. Y ahora pensaréis. O sea, que te podrán robar la cartera y desplomarte en diez minutos pero, eso sí, las tetas a salvo. Pues no. La citada marca ha agregado un bolsillo de seguridad cerrado por un velcro o con una cremallera en el que guardar el dinero y las tarjetas. Que no fuera por eso porqué la Penélope llevaba esa cremallera tan larga el día de los Oscar. La tía debía ir cargada de dinero y tarjetas para evitar un inoportuno robo. ¡Como no iba el Almodóvar para defenderla! La marca Furh también ha introducido el nuevo mecanismo en la mayoría de sus tangas, aunque en este caso, se me hace indescriptible transmitirles donde puede estar la cremallera. Aunque, eso sí, si alguna vez vas al baño y no queda papel, siempre puedes utilizar la tarjeta de la Habacus.

Para los amantes de la moda desde Italia nos llega otra iniciativa pionera que consiste en llevar visible en la camiseta una clave que sirve para enviar un mensaje anónimo al teléfono de la persona que la lleva. La marca que la ha comercializado se llama Shyno (en español Chino) y el objetivo del producto es que los torpes en el arte de ligar puedan tener a su alcance una herramienta que va más allá del “nena, estudias, trabajas o te explotan”. La idea ha sido creada por la estudiante de medicina Simona Gianicola, que como se ve ya tiene nombre de pastilla para la tos. El juego tienen el nombre de “la caza” y consiste en comprar una tarjeta similar a la de las de recargas de teléfono, que contiene un código secreto con el que se conecta el número de la camiseta al teléfono móvil del propietario. Vamos, que el juego se tendría que llamar “caza fantasmas” porque hay que ser un poco Casper para utilizar este sistema para ligar, pero bueno, de momento no les va tan mal, será porque la iniciativa funciona. Eso, o porque la gente pasa directamente del juego amoroso al puteo. Y es que no me extrañaría que al personaje de la camiseta en cuestión también le llegaran mensajes como estos: “Estás tan gordo que no he podido leer los tres últimos números”, “Como se nota que te has operado y te has puesto dos tallas más” o “la próxima vez que entres en el metro échate colonia que casi me muero debajo de tu sobaco, guarro”. Pero bueno, supongo que a los señores de Shyno les es igual, mientras la gente pague, plim. Así que ya lo sabéis, si queréis convocar a cupido a través de una camiseta pronto lo podréis hacer. Me imagino que una vez la iniciativa tenga éxito sacarán otro tipo de servicios con los mismos códigos con la posibilidad de decirle a tu jefe que te suba el sueldo o hacer la primitiva apuntando los números de las personas que más te gustan. En fin, el arte de saber vestir bien o mal impulsado por tendencias comerciales que potencian el freeke que llevas dentro. Yo, por si tiene éxito, propongo que el año que viene Penélope se ponga una camiseta con uno de estos números por si la queremos felicitar por…volver… a perder. Si gana, siempre le quedará el tanga antirobo para llevarse el Oscar a casa. Mmmm…Ironías de la vida, justo cuando lo gana, más le daría por el…trasero.

lunes, 26 de febrero de 2007

Monadas y burradas


Cuando miras un documental de la 2, después de una buena comida, normalmente te quedas dormido. Pero no es un sueño inmediato, sino que el efecto somnífero se apodera de ti poco a poco hasta que abres los ojos con algún serial latinoamericano de fondo. Debo confesar que el efecto anestésico que estos documentales tienen en mi es proporcional a la comilona que hace instantes acabo de devorar. Esto es, a más comida, menos información que guardo en mi retina. Pero si una cosa siempre me ha quedado clara es que el universo está copado de innumerables especies que, sea por lo que sea, tienen todas ellas rasgos diferenciales. Recuerdo cinco minutos de un documental en que unos monos se mofaban de las gracias de los turistas y su infame manía para fotografiarlos para ir arrinconándolos hasta un barranco y aprovechar, cuando estos caían, para robarles todas sus pertenencias. Creo que era en la Patagonia argentina, aunque mucho me temo que si os digo que era en Islandia os lo vais a creer igual. Bueno, total, que los monos eran bastante cabroncillos. Precisamente lo que les hacía diferentes a otras especies de monos, como el narigudo, el chimpancé, o el orangután, es su mala leche o su desesperación con la raza humana.

Esto lo digo porque yo a veces me siento uno de estos monos y me desespero con algunos de los personajes humanos que inundan nuestro hábitat natural. Hay una tipología de ser humano al que quiero analizar con especial atención. Lo podríamos llamar Pasotus Humanus Forrus (me paso por el forro a todos los demás en nuestro idioma). Sí, como lo leen. Esta raza existe y tienen una variedad incalculable de especies. Viven con nosotros y es fácil advertir-los porqué poseen actitudes muy comunes. Hoy no voy a perder el tiempo definiendo todas las variedades que he detectado en este tiempo, pero sí me gustaría pararme en una de ellas. Su hábitat natural es el metro, y le gusta salir especialmente cuando en los vagones ya no cabe ni una aguja.

Ocho y media de la mañana. Vuelve a sonar ese tititititi del metro que casi te despierta más que ese despertador al que ya has hecho callar a golpes hace unos minutos. Es el aviso de que el metro va a cerrar sus puertas aunque haya gente que se empeñe en emular a los luchadores de zumo para conseguir el objetivo de entrar en el tren y no tener que esperar…¡dos minutos más! Aguantas los empujones y empiezas a jugar a ese juego que te deleitaba cuando eras pequeño, el enredos. Maravilloso. Mano derecha en la cabeza del señor de rojo y corbata, pie izquierdo, debajo del perro del segurata del metro, mano izquierda y apuntes, en la boca del niño que confunde tu carpeta con el bollicao que le dan en el cole. Son unos minutos de tensión en los que intentas recomponer tu cuerpo y elegir una postura que no acabe con un esguince que te acompañará toda la semana. Finalmente lo consigues. Recobras el aliento, te das cuenta que toda la colonia que te has echado ya no sirve de nada porque llevas la de la señora de la dentadura postiza y miras firmemente al frente aguantando el aire como lo hizo Ronaldinho el otro día al sacarse la camiseta. Y ahí es cuando le ves. Unos metros más alejado de ti, un espécimen humano, con el periódico abierto de par a par y todo el espacio del mundo para comentar consigo mismo el porqué del último atentado terrorista en Bagdad. Y no se te ocurra rozarle un pelo y doblarle la parte superior derecha del diario porque encima te mira mal. Es normal, necesita su espacio para leer la prensa mientras los demás intentamos no cruzarnos las miradas ante el último roce involuntario sobre el trasero de la señorita de azul.

Ante la presencia de esta tipología humana, tres son las recomendaciones que yo os puedo hacer. La primera es fingir un resfriado, coger fuerte aire por la nariz y estornudar encima del periódico a la par que pronunciamos estas palabras mirando firmemente al tipejo:
hay que ver, está el mundo hecho un moco
.
Si esta estrategia no os convence está una de más radical que consiste en colocarte junto al personaje en cuestión y leer las noticias en voz alta haciendo comentarios estúpidos sobre las mismas.
Hay que ver como está el mundo. Usted cree que necesitamos armas de destrucción masiva teniendo cada día a la cadena COPE?
Finalmente, está la opción de los monos listillos a los que hemos descrito anteriormente. Te colocas sutilmente detrás del sujeto (no confundir con el predicado que normalmente es otra especie), haces ver que tienes prisa por salir porqué bajas a la siguiente parada y cuando el tipo amablemente se decida a bajar para dejarte el paso libre, le robas el periódico al tiempo que se cierran las puertas. Y os preguntaréis ¿qué conseguimos con esto? Bueno, técnicamente nada, porque probablemente al daros la vuelta habrá otro tío leyendo el mismo periódico de par en par. Pero al menos durante dos paradas tendremos tiempo de ver que no tenemos in idea de hacer sudokus. O sinó, ¿qué diablos harán los monos con la cámara de fotos?

sábado, 24 de febrero de 2007

Propósitos de cosas imposibles


Bueno amigos, Ya estamos en el 2007, ha pasado un nuevo año y es curioso ver com el tiempo transcurre a la velocidad del AVE (bueno, quizás este no sea un buen ejemplo perdonen) mientras que los deseos y propósitos de las personas no cambian ni caducan, por muchos años que pasen. Y es que yo he llegado a la conclusión que el ser humano es un aburrido. Si, si, como lo leen, somos aburridos. Podríamos improvisar cosas nuevas, no sé, por ejemplo, este año, me propongo ir de safari por el Congo, ligarme al guía autóctono de allí, fundar con su experiencia un zoo en Albacete y forrarme en seis meses. ¡Eso si es un deseo carai! Eso si es un propósito original para empezar una nueva etapa. Pero no, nosotros empeñados en pensar lo de siempre: que si este año me portaré bien con mi hermanito, que si voy a ayudar más en casa, que si no discutiré tanto con mi mujer, que si no pediré más aumentos de sueldo (o directamente no le pediré al jefe que me pague lo que me debe que es lo más probable) o por ejemplo que no me meteré más con mi suegra. Vamos a ver amigos, seamos serios. Eso no se lo cree ni el mismo Papa Noel. Tu vas a Papa Noel y le dices: perdone, oiga, nada que le he visto entrar por la chimenea y aprovecho para decirle que este año voy a ser bueno y no haré enfadar a mi mujer. Lo más probable es que el hombre te diga: pues a ver si es verdad porque últimamente está más sosa en la cama. Y entonces es cuando te darás cuenta que eso de que Papa Noel trabaja una vez al año és mentira, vaya, leyendas urbanas.

Pero bueno, la verdad es que como sigo viendo a la humanidad entusiasmada con esto de hacer nuevos propósitos cada vez que despedimos un año, me he permetido el lujo de hacer un estudio acerca de cuales son las prioridades de la gran mayoría de la gente. Si, si, no me lo agradezcan de verdad, es que en casa me aburro mucho. Pues nada, tras horas y horas de análisis he llegado a dos conclusiones: de la primera no me acuerdo pero les prometo que si en este mes recuerdo algo se la escribo para el próximo artículo. La segunda es clara, los dos pilares a la hora de proponerse algo para el nuevo año son dejar de fumar e ir al gimnasio. Vaya, las mismas que en el 2004, y en el 2003 y en el 2002 y así sucesivamente hasta llegar a su fecha de nacimiento. (Ejemplo gráfico: si usted tiene 30 años, sería lo mismo desde el 1976. Como puede verse dejamos un año de margen por si alguien nace el día 2 de enero y otro más por si durante ese año nadie le ha enseñao la palabra fumar y gimnasio).

Vamos por partes como decía Jack el Destripador (esta es la única gracia del artículo que está copiada, si no les gusta, las culpas a otro). Lo de dejar de fumar no es un propósito, directamente es una utopía. Ya lo decía esto un gran amigo mío, Descartes, al cual aprovecho para mandar una salutación y una nuevo ramo de rosas para su tumba:Dejar de fumar es fácil; yo lo he dejado 1200 veces. Pues eso, lo mismo. Por favor, no hagan deseos de cosas imposibles. Yo les aconsejo justo lo contrario. Digan por ejemplo: Este año, pienso fumar el doble. Y ya está. Si luego no llegan a las cifras, su conciencia se lo agradecerá. Eso si, como acaben fumando el doble van a tener que cambiar de médico y de pulmón.

Y luego tenemos mi preferida. «Este año, me apunto a un gimnasio para rebajar estos quilitos de más». Si usted se acaba apuntando a un gimnasio los únicos «quilitos» que rebajará son los de su cuenta corriente, porque se dejará el sueldo del mes y encima irá una media exacta de 0,003 por semana (que equivale al día que fue para inscribirse y al día que su mujer le dijo, cariño, hoy te tendrías que duchar en el gimnasio porque tengo el baño limpio).

Y es que lo del gimnasio es como una pesadilla que se nos repite cada día. Gracias a ello nos damos cuenta de lo originales que podemos llegar a ser. Si, si, no pongan esa cara. Vamos a ver, teniendo en cuenta que el ejercicio más dificil que hay en el gimnasio es borrarse, usted acabará inscrito un año entero. Es decir 365 días. A excusa por día, tenemos 365 excusas distintas del porqué usted no ha podido ir hoy. Fantástico. O al menos eso pensamos hasta que se estropea el ascensor y tenemos que subir andando. ¿Baja forma? ¿Mala conciencia? No, simplemente que usted es el presidente de la escalera y se va a comer todo el marrón.

Así que amigos míos, desde estas líneas les invito a que de cara a nuevas ediciones sus deseos también se renueven. Será lo mejor si no quieren empezar el año sabiendo que sus pretensiones no se van a cumplir. Yo acabo esta reflexión deseándoles a todos un feliz 2007 y poniéndome como propósito que alguien pueda sonreir con la lectura del artículo. Yo lo he intentando y no me ha hecho ni puñetera gracia.

La fiebre del Blog


Bueno amigos, vivimos en una sociedad donde parece que si no vas a la moda eres un freeke, un solitario número o, en el peor de los casos, un marginado social con mayúsculas, todas las letras y sin faltas de ortografía. Resulta que hace tiempo se puso de moda esto que se llamaba "internet" y que solo pocos privilegidos conocían la sensación de navegar sin utilizar ninguna embarcación y sin tener que echar la papa por la borda a consecuencia del intenso oleaje que acaricia estos monstruos marinos. En unos años, internet ha pasado a ser el medio de comunicación más ultilizado para comunicarse. Gracias a la aparición de la red, podemos enviarnos cartas con el otro punto del mundo en cuestión de segundos, saber que ha hecho nuestro equipo aunque nos encontremos en la conchinchina o pedirle a nuestra profesora los apuntes para el examen que tenemos al día siguiente y para el que, para variar, todavía no nos hemos preparado nada.

Primero fueron los mails, luego las descargas de música y cine, los juegos on line, las páginas especializadas en todo tipo de información, el chateo y, finamente, llega el fenomeno del blog en España cuando en otros países es ya como la tortilla de patatas para nosotros. Es decir, que no tiene ningún secreto, excepto para un servidor que todavía no ha aprendido a hacerla sin que cuando la veas digas "oh...oh!! que, que diablos es esto??".En fin, a lo que vamos. Hoy los periodistas lo tenemos muy mal. Ya sé que suena a tópico pero realmente es así. Sólo hay que echar un vistazo a la parrilla de televisión para ver que interesan más las opiniones de tetudas que son conocidas por hacerle una pajilla al Dinio en un autobus, o gente que se ha pasado 100 días encerrada en una casa y que, en consecuencia, ha salido peor de lo que ya estaba. Supongo que ese es el experimento sociológio al que se refería nuestra amiga Merceditas, la flautista de Hamelin como la llama el entrañable crítico de tele Ferran Monegal. Bien, con la aparición de los blogs todos somos periodistas, todos podemos difundir nuestras opiniones, todos podemos mentir o decir la verdad...Con la creación de este Blog que lleva por título Interferencias cotidianas (que las hay) yo me propongo intentar hacer lo que siempre he querido hacer y, por suerte, sigo haciendo. Escribir, divertirme y analizar una sociedad que cada vez es más decadente. Mejor así, si no el mundo sería muy aburrido, ¿no creéis?